sábado, 22 de marzo de 2014
Ganadores Mexicanos del premio Nobel
El premio Nobel es otorgado a aquellas personas que han hecho investigaciones que hayan resultado sobresalientes, ya sea inventando técnicas o equipos revolucionarios o bien que hayan hecho contribuciones a la sociedad. En razón de la última voluntad de Alfred Nobel, un inventor sueco creador de la dinamita, firmó su testamento en París el 27 de Noviembre de 1895.
Tres mexicanos han sido distinguidos con este premio, el primero de ellos es Alfonso García Robles. Nacido en Zamora Michoacán el 20 de marzo de 1911, fue diplomático mexicano y premiado en 1982 con el premio Nobel de la Paz conjuntamente con Alva Myrdal. Siendo egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de México, tiene Entre sus libros y artículos más sobresalientes: La desnuclearización de América Latina, el tratado de Tlatelolco Génesis, alcance y propósito de la proscripción de armas nucleares en América latina (1967), tratado para la prohibición de armas nucleares en América latina.
Mario José Molina Henríquez. Nacido en la Ciudad de México en 1943, realizó su formación profesional como Ingeniero Químico, estudió un posgrado en Alemania donde investigó durante dos años la cinética de polimerizaciones entre otros muchos estudios. Realizó diversas investigaciones en el ámbito de la química ambiental y sobre este tema decidió no limitarse únicamente a las publicaciones científicas y utilizó otros medios para animar al público a enterarse de sus descubrimientos e influir en las políticas públicas para detener el cambio climático. Es considerado como de los primeros científicos en alertar sobre el peligro de los clorofluorocarbonos utilizados en aerosoles tanto industriales como caseros. Recibe el premio Nobel de Química en 1995 por sus trabajos de la química de la atmósfera.
Octavio Paz Lozano. Nació en la Ciudad de México el 31 de marzo de 1914. Poeta, ensayista y diplomático de comparada influencia con César Vallejo o Pablo Neruda. Recibe el Premio Nobel de literatura en 1990 como colofón a una magistral vida llena de reconocimientos, el primero en este rubro para un mexicano, hasta el día de su muerte en 1998. Cuando se entera de tal designio no podía faltar un comentario digno de su persona decía que el premio Nobel no era un pasaporte a la inmortalidad, sino que la relativa inmortalidad de las obras literarias y artísticas le da la calidad.
Tres mexicanos han sido distinguidos con este premio, el primero de ellos es Alfonso García Robles. Nacido en Zamora Michoacán el 20 de marzo de 1911, fue diplomático mexicano y premiado en 1982 con el premio Nobel de la Paz conjuntamente con Alva Myrdal. Siendo egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de México, tiene Entre sus libros y artículos más sobresalientes: La desnuclearización de América Latina, el tratado de Tlatelolco Génesis, alcance y propósito de la proscripción de armas nucleares en América latina (1967), tratado para la prohibición de armas nucleares en América latina.
Mario José Molina Henríquez. Nacido en la Ciudad de México en 1943, realizó su formación profesional como Ingeniero Químico, estudió un posgrado en Alemania donde investigó durante dos años la cinética de polimerizaciones entre otros muchos estudios. Realizó diversas investigaciones en el ámbito de la química ambiental y sobre este tema decidió no limitarse únicamente a las publicaciones científicas y utilizó otros medios para animar al público a enterarse de sus descubrimientos e influir en las políticas públicas para detener el cambio climático. Es considerado como de los primeros científicos en alertar sobre el peligro de los clorofluorocarbonos utilizados en aerosoles tanto industriales como caseros. Recibe el premio Nobel de Química en 1995 por sus trabajos de la química de la atmósfera.
Octavio Paz Lozano. Nació en la Ciudad de México el 31 de marzo de 1914. Poeta, ensayista y diplomático de comparada influencia con César Vallejo o Pablo Neruda. Recibe el Premio Nobel de literatura en 1990 como colofón a una magistral vida llena de reconocimientos, el primero en este rubro para un mexicano, hasta el día de su muerte en 1998. Cuando se entera de tal designio no podía faltar un comentario digno de su persona decía que el premio Nobel no era un pasaporte a la inmortalidad, sino que la relativa inmortalidad de las obras literarias y artísticas le da la calidad.
Carta de Smith
Uso de las cartas de smith
En la direccion de abajo encontre una carta de smith interactiva
http://www.amanogawa.com/archive/LossLessSmithChart/LossLessSmithChartWide.html
http://www.amanogawa.com/archive/LossLessSmithChart/LossLessSmithChartWide.html
FM Y AM (frecuencia modulada y amplitud modulada)
Hay dos formas de modular la onda portadora de las señales eléctricas: la modulación de amplitud (AM) o la modulación de frecuencia (FM). La primera modifica el grado de ondulación de la onda portadora, y las señales de frecuencia modulada alteran el número de veces por segundo que ondula la onda portadora.
Las señales de AM están más expuestas a interferencias eléctricas, las que producen el ruido llamado estática. Las señales de FM no permiten la estática, pero sólo se propagan en línea recta.
¿Las bandas de onda de AM y FM?
La modulación de amplitud sirve para la radiodifusión de largo alcance, en longitudes de onda de entre 1 000 y 2 000 m. Estas ondas llegan a viajar miles de kilómetros desde su punto de origen, ya que se reflejan en la ionosfera, una capa electrificada de la atmósfera, situada entre 130 y 160 km por encima del planeta. Estas ondas se difunden a grandes distancias debido a la reflexión múltiple entre el suelo y la atmósfera. Las señales de AM se difunden en tres bandas de onda: larga (1 0002 000 m), media (187577 m) y corta (10100 m).
Las bandas de onda de FM incluyen la frecuencia muy alta (VHF), de entre 87 y 108 MHz (vea pág. siguiente). La VHF se emplea en radios de la policía, de los taxis y los de banda civil. La frecuencia ultraalta (UHF), de entre 450 y 855 MHz, se emplea en la televisión. Las microondas mantienen longitudes de menos de 30 cm. Los radares y los satélites de comunicaciones funcionan con microondas de frecuencias superaltas de 3 a 30 gigahertz (GHz)
domingo, 2 de marzo de 2014
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